MARCOS JUANDÓ


scanner y colección Thabeat Valera

El subway pintado de los IRT Newyoke que aparece en la portada The True Reflection “Where I’m Coming From”, 1973. Crecimos con la fuerza suficiente para dibujar directamente sobre los bloques. Traspasar las fronteras, sus incursiones en territorios inexplorados, y nuestras sorprendentes improvisaciones. Los escaparates de las librerías y papelerías, repletos de cuadros, ilustraciones, revistas y dibujos, nos hicieron ver claramente que aquél era el género de trabajo que deseábamos realizar.

Nos agarramos al desprestigiado tebeo, al graffiti, a la música de aquellas paredes, como única salida para dar rienda suelta a nuestro espíritu creativo. Diluíamos los estilos, tanto como los conservadores del cómic aguantaban que Bill Dubai añadiera dientes felinos de vampiro en la dentadura de su heroína. Como otros muchos, como casi todos nuestros grandes del cómic y de la ilustración, o de ambas cosas, porque en muchos de esos nombres las dos cosas van sólidamente enlazadas.

Algunos crecimos en el entorno más desastroso y caótico de 1991. Para quien lea estas pocas líneas, principios de los 90, empezará a ser un recuerdo donde la cerveza no estaba siquiera muy fría, donde cualquiera trataba de consolarse con salir a trincarse la enésima. Eran tiempos de discos usados y asequibles a nuestros lamentables bolsillos. Marcos Juandó, un verdadero impulsor de la cera negra, un guía espiritual para los amantes del jazz, funk y soul sin grandes capitales, nos sacó de esos desastres en la cartera que desaniman.