JOSÉ MARÍA MEZQUITA GULLÓN


scanner y colección Thabeat Valera

Existen representaciones de la Virgen María en las que la piel es de color negro, y algunos se preguntan por qué los rasgos originalmente caucasianos de estas pinturas han oscurecido. En algunos casos se debe a la acumulación del humo de las velas o bien a los efectos de algún incendio. En otros casos, se cree que con el paso del tiempo las capas base de la imagen, realizadas con un oscuro betún pardo negruzco conocido como asfalto, han pasado a la superficie.



Este pardo sombra oscuro, que en su tono máximo es prácticamente negro, produce terrosos tonos cálidos neutros cuando se mezcla con el blanco. En la actualidad, diversos fabricantes lo siguen ofreciendo en óleo. José María Mezquita (Zamora, 1946) representa para la pintura española lo que Morandi para la italiana. Entre los años 1964 y 1965 estudió en la Academia Peña y Círculo de Bellas Artes, para pasar este último año a estudiar Bellas Artes en la Academia de San Fernando de Madrid, donde fue durante cinco cursos discípulo de Antonio López y condiscípulo de los 'realistas cotidianos' madrileños.



Es pintor esencial y pieza clave de la figuración española, su obra se centra en la realidad más cercana, su ciudad, sus tiendas, el paisaje, los árboles, las encinas solitarias, que plasma a través de su condición de extraordinario dibujante y grabador. Siendo un pintor tan figurativo y centrado en la realidad, muchas veces su obra acaba siendo irreal. Comparado por muchos con artistas de la talla de Mondrian o Pablo Palazuelo, Juan Manuel Díaz Caneja.



Su obra se situa en el realismo, aunque abarque un ámbito mucho más amplio que le lleva a la raíz de los problemas con una voluntad de esencialidad que recuerda a ciertos primitivos de la modernidad. Su trabajo gira en torno a la representación de la naturaleza, tanto las formas vegetales como minerales, desde una perspectiva estructuralista. En sus composiciones, rítmicas y sensibles, se aprecia un gusto por los valores de lo inacabado y una repetición musical al modo de Klimt que articula los conceptos de lleno y vacío presentes en sus obras pictóricas como escultóricas y que acentúan su minuciosidad y detallismo pictórico, así como su gran pasión por el dibujo.

Su territorio pictórico se sitúa en el Noroeste zamorano y sus cuadros son en gran parte testimonios de sus andanzas, de la observación de una naturaleza con la que convive, de los ríos, las rocas, los árboles, las humildes casas de adobe que se encuentran en sus salidas, así como de espacios urbanos sin especial relevancia estética: tiendas, escaparates, almacenes y que a través de sus pinceles pasan a convertirse en realizaciones plásticas de proyección universal.