scanner y colección Thabeat Valera
Observese la permanencia del encaje debajo de los tintes aguarrasados de estos fondos.
El pintor cubano Waldo Saavedra, 1962, trabaja así y sabemos que estos colores de fondo respiran en la obra acabada. Así como el autorretrato de Durero es una obra absolutamente cerebral y minuciosa,
Waldo Saavedra consigue unos verdaderos retratos en el que se revela toda su sabiduría pictórica
para homenajear a
Magritte, Goya o Picasso, en medio de un cuadro surrealista, con tigres de
Dalí, imágenes religiosas y clásicas.