PINTURA MARGINAL




ilustración y texto Thabeat Valera

ENLACE FUNK Nº 34

LOS RELATOS, SERES Y ESPACIOS


COVER ART

PINTURA MARGINAL



TONELADAS DE PINTURA

No es un grupo, tampoco una leyenda. No se trata de una mitología prefabricada. Los cambios culturales y el pensamiento de la contracultura se posicionaba mediante el erotismo y la fantasía lisérgica. Toneladas de pintura preparaban el camino hacia el postulado puñetazo sónico. Con semejante tarjeta de presentación el cover art irrumpía en el panorama cultural al margen de modas, tendencias, elaborando un estilo propio que fundía formas artificiales y naturales, biológicas y mecánicas. Este género constituyó durante su existencia un esquema, un estilo muy personal, dictado por una música, unos poemas y un ambiente muy determinado. El cover art es templo, rito y culto. No por su estética sino por las historias que encierran. En su pintura hay una cuarta dimensión de sugestión que lo aparta de las demás pinturas que conozco. Esta sugestión inacabable lo valoriza y suscita ideas nuevas.

EL DESTAPE

Es bella. Maquillada con tinta offset. Mide entre 7,5 y 12,5 pulgadas. Y tiene una gran presencia en escena. Cada pieza es un manifiesto universal, una obra de arte que seduce, induce a tomar su interior. La intriga nunca es explícita, continúa siendo un misterio con raíces invisibles, con la impresión de no saber adónde conduce. Esta historia tomó nuestra intimidad, con una pila de prendas interiores que comenzaron a mostrarse, arrojándolas sobre nosotros, una por una, como si fuera lencería de lino, de seda gruesa, de franela liviana. Una visión entre cruel y poética de aberración cromática, de verde nilo y coral, lavanda y fucsia chillón, que caían y cubrían nuestro deseo innato en un desorden multicolor. Formaban una unidad completa. Su metabolismo mandaba mensajes hablados a la oreja para llegar todavía más lejos. Una visión fascinante donde el proceso se organizaba, desnudaba. Exige una permanente observación en la creación. Tanto es así que dictaba normas de construcción similar al trabajo de los pintores de la edad media, que cuidaban el más ínfimo detalle. Cada detalle tenía su importancia en el cuadro, en la creencia de que la pintura estaba viva. En términos musicales, funcionaba como una especie de enlace con el mundo exterior. El álbum era un veloz ascenso, una especie de camino al hecho cósmico y a la creación artística. Aposentaba un ordenamiento espiritual, y no solamente una vena caricaturesca.

EL RENDIMIENTO EXACTO

La pintura subterránea, en su línea mayor, permaneció ligada a una cierta tradición cultural, a un cierto desarrollo intelectual. Musicalmente, el jazz, el funk, el folk, el cosmic rock, la psicodelia, y la nueva música estuvieron más enraizados que la música popular. Miles Davis estaba en la base de todo movimiento. El jazz había dejado de ser la mierda de música para estudiantes. Hay que recordar, en primer lugar, el papel de la pintura en sus cubiertas, mezclando sabiamente temáticas distintas en una sola. Urbes futuristas. Autopistas voladoras. Colores improbables. Trazos perniciosos. Planetas desolados. Máquinas de carne. Sexo. Humanoides. Cybernética. Con esta simbiosis de lo orgánico con lo inorgánico se plasmaba un mundo imaginario, plagado de figuras espectrales, ancestrales. Tales representaciones evocaban el arte fantástico, surrealista, pero bajo un aspecto moderno, afrofuturista. Una recreación del expresionismo capaz de abarcar mundos de naturaleza fáustica y liberal, con todas sus cloacas y vertederos más ocultos. Escenarios ambiciosos, desenfrenados, destellos de grandeza creados por el pincel inigualable de su máxima cúspide, Abdul Mati Klarwein. Tuve un momento de gran emoción similar cuando vi La Sagrada Familia de Antoni Gaudí. En mi opinión, Gaudí es el primer artista que dedicó su catedral únicamente al arte, excluyendo cualquier otro mensaje. Los paisajes de Mati son los mismos ensayos experimentales entre la estructura y la textura.

Lo mejor que le puede pasar a un músico imaginativo es haberse fusionado con el viajero que ofrece en su música elementos étnicos que le distinguen de cualquier otra experiencia. El pintor es mudo, pero representa la música humanizada con sentimientos artísticos, con sus desmadres. Es un ejemplo perfecto de que la pintura disecada sigue viva. Quizás no estemos de acuerdo con todas sus evaluaciones, pero por lo menos se percibe la esencia anónima de quienes tienen fuerzas sobradas para haber pintado centenares, millares de cuadros universales: Mati Klarwein. David Stone Martin. Roger Dean. Han Bennink. Fred Schwad. Lou Beach. Burt Goldblatt. Peter Max. Joan Miró. Pero esto es un privilegio reservado a muy pocos. El jazz y sus derivados gozaron de pintura embriagada, añadiendo demasiado funk a su estilo. Aquellos cover art han sido los viejos espirituales que disponía el hombre para alcanzar ese futuro.

FLORA Y FAUNA SUBTERRÁNEA

La última fórmula de la industria ha sido la más declaradamente catastrófica. El bajista está planeando formar una nueva banda, está buscando un teclista capaz de tocar el sintetizador, piano acústico y eléctrico, órgano, etcétera. También necesita un batería y un percusionista. Todos tienen que tener experiencia en el jazz y el rock. La clave está en la última frase. Yo no creo en los que hablan de jazz como si fuera una receta de cocina. Creo en los sonidos que puedan crear hombres respetuosos de todas las formas artesanales, mediante instrumentos derivados de la trompeta, el lápiz, la escritura o la fotografía, despreocupados por las posibilidades comerciales del arte.

Quizás por esas contestaciones monolíticas que siempre parecían entre sí, cabe resaltar el papel fundamental de la portada ilustrada que, funciona como nueva vía de distribución, de promoción y de la información de primera línea. Veo una actitud de reflexión militante sobre el tema. Efectivamente, nuestra cultura musical se puede comprometer al arte en su general, a la ideología, a la moral. No es sólo el depósito de nuestro sonido, sino la expresión de nuestro acervo intelectual, literario, tipográfico, científico y principalmente histórico y político. Dicho de otra manera, existe un submundo, y por lo mismo, una sociedad, lo que implica una sociología. Nuestro propósito será entonces examinar las estructuras sociales, las formas complejas y fascinantes de este extraño planeta. Esta estructura estrechamente concentrada y específicamente urbana o cavernícola se explica en tanto la geografía y la fauna del planeta. Y no tan sólo contamos con la aparición de los beatniks, los hipsters, y los divinos autoiluminados. También tenemos la conciencia de que un álbum es un producto o artefacto que anuncia la existencia de una posición musical. Esa matriz tiene su utilidad, documentando la magia y la música que florecían cuando tocaban en directo.

Todo arte, si es de calidad, expresa algo sobre la condición humana, y la obra grabada siempre ha tenido esos aspectos más amplios. Todo arte verdadero es también, un proceso de autodescubrimiento hacia las nuevas ciencias del grafismo. El diseño, la tipografía, la litografía, la línea laminar con que se exhibían las formas, los recortes y el color. Un largo e intenso trayecto, con un distintivo estilo, centrado en el viraje de estos fabulosos alpinistas del cover art: Reid Miles. John Berg. Gil Mellé. Bob Ciano. Frank Gauna. Paul Bacon. John Hermansader. Robert Flynn. Una especie de Nouvelle Vague de ilustradores, diseñadores e interioristas futuristas. Investigadores de la tinta plana, arquitectos sobre el formato de cartón. Todos ellos circularon por el primitivismo y dadaísmo. Viajaron del suprematismo al hiperrealismo, del modernismo al fauvinismo, pasando por el protocubismo y cubofuturismo abstracto. Eternos productores de fotocollages, fotomontajes y sobretodo, fotografía. Sus catedrales han sintetizado los avances de la pintura y del grafismo más vanguardista. Todo quedaba inventado. Así sucede con el gran desierto. Allí estaban los humanos al unisono, la relativa gloria de inmortalidad con que jugaban con la arena. Tratamos de imaginarlos ahora, pisando la arena, mirando lo que antes había sido su castillo construido con tierra y conchas. Y que ahora adornamos con palabras de amor para siempre. La verdadera lección que nos han dejado es la forma en que consiguieron mantener el arte vivo durante toda su existencia. Es darle hasta la muerte.

OSCUROS HÉROES DEL SILENCIO

Entre las pocas cosas de importancia que hubo, estuvo el artefacto de protesta, una consternación entre las discográficas, debido a una aventura de resultados económicamente insatisfactorios. Inevitablemente el modelo iba a ser retocado, deformado y derrumbado a voluntad de sus mercaderes. Con la entrada del CD las pinturas fueron reducidas a ridículas dimensiones de reproducción, bien arrastran una lánguida y penosa existencia sin otra justificación efectiva que su nostálgico pretérito, como si hubieran quedado industrial y artísticamente desparramadas a modo de restos de un apocalíptico naufragio o de una mala revolución. Ya sólo queda, a cierto nivel de importancia artística, el género que, debe reconocerse así, dio la mayoría de obras maestras, con una creatividad palpable, pero que ahora aparece desprovista de sus grandes precursores.

Muchos músicos viven sin dimensión, resentidos y decepcionados por un futuro que empieza a ser hipotético. Un modo de razonar que induce a abandonarlo todo, frente a un público poco numeroso. El músico sufre todo el resentimiento de sentirse anulado por el universo impersonal de las pálidas carpetas mp3. Músicos que se han transformado en fondos musicales para despistados que no sabían dónde meterse aquella tarde, en un acto dictado por una moral tan convencional como la de la sociedad que tanto despreciaban. La mastodonte estructura del “show-biz”, un acto lejos de saborear su sonido, lejos de imaginar el sentido y la fuerza de su color. Todas las estrellas tienen una ascendencia y una caída. Rotos los sortilegios y hechizos, el color nunca cae del cielo. Una mediocre industria sin ideario, sin inquietudes, por comodidad y marketing.

La industria, hoy, es una industria del espectáculo que domina la cultura de masas. Ha eliminado su pasado y quemado todas sus pinturas y fotografías. La cubierta ya no existe. Las ganas de ganarse una nueva audiencia a pesar de la pobre recepción del público. Escasa penetración y frecuentes rechazos, un círculo cerrado fuertemente controlado por el sistema, que impide una socialización y desarrollo de la cultura. Los currículums generalmente mienten, no son más que papeles engordados por las compañías discográficas que el mejor de los casos, y en interés propio, utilizan detalles exagerados y referencias infladas a base de oscuras epopeyas. Una perdurable mordaza colectiva ha conseguido desterrar casi por completo de nuestros horizontes del espíritu crítico. Y, de un modo especial, su posible manifestación externa. El temor a la represión, han acallado muchas opiniones, convirtiendo en eventual suicidio el nadar contracorriente. El silencio es el gran aliado del escepticismo. Personalmente prefiero, una y mil veces la actitud crítica, como medio de enriquecimiento individual y colectivo, por cuanto supone vitalidad, inconformismo, replanteamiento y antiburocratización, con el fin de enriquecer el bagaje cultural. Criticas constructivas. Aquellas que garantizan una atención que en estos puede no haber existido.

Todo lo que aquí he evocado es el inmenso placer que nos ha dominado el cover art. Y ahora por supuesto, habría que tener el tiempo para hacer un análisis minucioso, portada a portada... claro... claro... Toda selección es subjetiva, y no todo el mundo estará jamás de acuerdo. Os dejo a vosotros el terreno de nadie. Es vuestro turno. Criticar no es decir sí o no: es decir por qué sí o por qué no. En los canales marginales las cosas son muy diferentes, los mayores avances se sitúan dentro de una alta cultura. Matar a la gente es algo curioso: nunca se sabe como van a reaccionar, aunque al final todos mueren igual. No dejar huella, dejar de estar. Desaparecer.