MIGUEL ÁNGEL







scanner y colección Los Valientes Duermen Solos
MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI (Caprese, 1475 - Roma, 1564) 
LAS CUESTIONES DEL GUSTO POR ENCIMA DE LA RAZÓN EN EL ARTE

"Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, 1475 - Roma, 1564) es el gigante más alto del Renacimiento -tan sólo la grandiosa figura de Leonardo da Vinci admite parangón con la suya-, uno de esos escasos monstruos humanos que han venido al mundo con la curiosa misión de poner de relieve el acusado contraste existente entre la limitación espiritual de la gran mayoría de los mortales y las maravillosas posibilidades que la Humanidad lleva en su seno, al menos en la teoría. Si el calificativo de genio -utilizado, por desgracia, con excesiva facilidad- puede aplicarse a algún artista, no cabe duda de que ningún otro le sentará más adecuadamente que a Miguel Ángel. Lo que más choca al contemplar la naturaleza de Miguel Ángel, es ver juntos en ella dos mundos enemigos: una brutalidad material y un sereno idealismo; es una rara mezcla de violencia física y abstracción intelectual, una alma platórica en un cuerpo de atleta. Esta unión indisoluble de opuestas fuerzas, que fue, sin duda, en parte, causa de sufrimientos para él, constituye también su sin par grandeza. Todo es en ella pasión hasta la abstracción misma; y el idealismo, que para tantos artistas es causa de frigidez y de que muera la inspiración, es aquí foco ardiente de amor y de odio; es el producto de una lucha encarnizada; y el sentimiento de esa lucha es lo que comunica a su obra su carácter heroico. Miguel Ángel es el artista más representativo del Cinquecento; vive y crea en pleno esplendor renacentista. No se trata tan sólo, como en la mayoría de los grandes artistas, de un intuitivo dotado de una sensibilidad extraordinaria mediante la cual le resulten accesibles las más complicadas y esotéricas calas de conocimiento. En Miguel Ángel, mente y sensibilidad son dos poderes creadores paralelos y complementarios. Miguel Ángel encarna, en su más alto grado, el ideal del artista intelectual teorizado por Alberti, quien colocaba al pintor y al escultor a un nivel de paridad con los literatos y los sabios, emancipándolos totalmente del papel de artesanos al que se habían limitado durante el Trecento e incluso el Quattrocento. En el Cinquecento las mentalidades más abiertas dejaron de considerar la actividad artística como puramente mecánica. Es el drama creador de Miguel Ángel como artista. Una narración caudalosa, violenta, incluso agresiva. Su plástica brota como un torrente, arrasando accidentes y trivialidades. El pintor parece estar en constante pugna con la naturaleza y su contorno para arrancarle el filón de la verdad que lleva en las entrañas. Miguel Ángel se sintió irresistiblemente atraído por el arte desde muy joven. Era todavía un chiquillo cuando, con colores y pinceles representaba a San Antonio atormentado por los diablos. Miguel Ángel no daba color a ningún detalle del cuadro sin antes consultar a la naturaleza y comparar con la verdad de ésta sus propias fantasías. Solía por ejemplo acudir al mercado de pescado para estudiar las formas y los colores de las aletas y los ojos de los peces y las demás partes de su cuerpo, detalles todos que procuraba reproducir luego con el mayor cuidado en su pintura. Salvatore Quasimodo ha sabido desvelar el profundo significado de la estética miguelanesca. No deja de resultar curioso que haya sido precisamente Miguel Ángel, pintor recio y enemigo de florituras, el principal impulsor del arte manierista, con su carga de excéntrico y retórico virtuosismo. Es lo que suele ocurrir vcuando los epígonos estereotipan una estética y la convierten en rígida escuela. Miguel Ángel dejó dicho que “entre la pintura y la escultura hay la misma diferencia que entre la sombra y el cuerpo; y es menester considerar que la pintura es tanto mejor cuanto más se acerca a la estatuaria”. Fiel a este precepto, el divino decorador de la Capilla Sixtina pintó siempre un poco como si estuviera esculpiendo. Es la suya una pintura en la que se percibe en seguida la fuerza del volumen. Las figuras bíblicas o mitológicas parecen destacarse la superficie pintada como relieves tallados en mármol, ese mármol de Carrara humanizado por la amorosa y angustiada emoción creadora de Miguel Ángel Buanori. Otros muchos contemporáneos le hecharon en cara al artista la absoluta ausencia de falsa pudibunez que se observa en la famosa pintura “Juicio Final”Biagio da Cesena pagó cara su hueca osadía al decir que le parecía indecoroso que apareciesen en un tema sacro tantas figuras desnudas. Enterado Miguel Ángel de su estúpida opinión, pinto en el fresco – cuya tercera parte El 14 de febrero de 1564, se apagaba la vida de aquel artista inconmensurable, de aquel hombre hambriento de eternidad de quien dijo Rafael Alberti."