LOS BODEGONES DE JUAN SÁNCHEZ COTÁN (1561-1627)
LA IMITACIÓN DE LA NATURALEZA MUERTA
Archivo fotográfico · Lac Dye / Los Valientes Duermen Solos
BIBLIOGRAFIA
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▪ FERNANDO MARÍAS, El largo siglo XVI. Madrid: Taurus (1989)
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▪ ENRIQUE VALDIVIESO y JUAN MIGUEL SERRERA, Historia de la pintura española: escuela sevillana del primer tercio del siglo XVII. Madrid: Instituto Diego Velázquez (1985)
▪ ALFONSO PÉREZ SÁNCHEZ y JOAN SUREDA, Historia del Arte Español: El Siglo de Oro – El sentimiento de lo Barroco. Barcelona: Plawerg (1996)
▪ PETER CHERRY, Arte y naturaleza. El bodegón español en el siglo de oro. Madrid: Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico (1999)
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▪ GIAN CASPER BOTT, Naturaleza muerta. Colonia: Taschen (2008)
ENCICLOPEDIA ONLINE
MEDIATECA
JUAN SÁNCHEZ COTÁN
“Hasta el primer cuarto del presento siglo no se descubrió la figura del pintor Juan Sánchez Cotán activo en Sevilla entre 1614 y 1631, hasta ese momento absorbida por el pintor de la escuela toledana del mismo nombre, fray Sánchez Cotán. Gracias a los aportes documentales dados a conocer entre 1900 y 1933 por Gestoso, López Martínez, H. Sancho Corbacho y Bago y Quintanilla se constató que durante el primer tercio del siglo XVII trabajaron simultáneamente en España dos pintores que tenían los mismos nombres y apellidos. Uno fue el cartujo fray Juan Sánchez Cotán, activo primero en Toledo y luego en Granada, donde muere en 162, y otro el pintor Juan Sánchez Cotán, documentado en Sevilla entre 1614 y 1631. Se ignora aún la fecha y el lugar de nacimiento de este último y el momento exacto en que comienza a trabajar en Sevilla. Con respecto al primer punto, de aceptarse la hipótesis planteada por Angulo y Pérez Sánchez de que fuera pariente del pintor cartujo de su mismo nombre, podría pensarse que nació en Toledo. Con respecto al segundo punto, el hecho de que no figure entre los pintores que en 1609 eligieron como alcaldes veedores del oficio de pintor de imaginería a Vasco Pereira y a Juan Salcedo hace suponer que su actividad como pintor se iniciaría con posteriodad a esa fecha. Las primeras noticias que por ahora se tienen de él son del 14 de junio de 1614, día en que, en unión a Pacheco, Varela y Jerónimo Ramirez, apodera al procurador de la Real Audiencia don Pedro Suárez para que los representase en el pleito entablado con motivo del repartimiento de las cargas tributarias efectuado por los alcaldes veedores. Atestiguada, pues, su presencia activa en Sevilla a partir de 1614, la primera obra que de él se conserva no es, sin embargo, sino de 1620, año en que firma el San Francisco de Asís en la Porciúncla, en la actualidad en la catedral hispalense. El 5 de diciembre de este mismi año figura como testigo de los pintores Baltasar Quintero y Vicente Pérez en una de las cartas de pago de la policromía del retablo de San Pedro de la catedral de Sevilla. Unos años depués, en 1625, pinta un cuadro de la Virgen de San Agustín y San Juan Bautista para la capilla que los Esquiveles tenían en el convento sevillano de San agustín, prolicromado y pintado en 1630 el retablo de la Concepción de la parroquia de San Lorenzo de Sevilla. Las últimas noticias que por ahora se conocen son del 25 de noviembre de 1631. Ese día el pintor Juan de Uceda Castroverde ordena en su testamento que le devolvieran al pintor Juan Sánchez Cotán el libro de las máquinas de Arquímedes y otro de arquitectura que hacía tiempo le habían prestado. A partir de esta cita nada más se sabe por ahora de Juan Sánchez Cotán, ignorándose por tanto la fecha de su muerte y el lugar en que ésta le sorprendió. Por su presencia en Sevilla desde 1614, la formación de Sánchez Cotán debió iniciarse dentro del ámbito del manierismo tardío que dominó la pintura sevillana de finales del siglo XVI y comienzos del XVII. De los maestros que trabajan en esa etapa en Sevilla, aquel con el que muestra mayores concomitancias es con Alonso Vázquez, en Sevilla desde 1588 al menos hasta 1603, fecha en que se traslada a Méjico. De él derivan el esquema compositivo y el tipo físico del San Juan Bautista del retablo de la Concepción, similares a los de los Santos Juanes que Vázquez pinta en los retablos del convento de Santa Isabel de Marchena y del hospital de la Sangre de Sevilla; la tipología de los ángeles-mancebos del San Francisco de Asís, dependientes de los que aparecen en el Transito de San Hermenegildo del Museo de Sevilla, y las flores que figuran sobra la alfombra de San Francisco de Asís, derivadas de las que Vázquez introduce en la última Cena del Museo de Sevilla y en otras obras. A estas influencias hay que sumar las que pudo recibir de Céspedes, apuntadas por Angulo y Pérez Sanchez, y las que evidentemente recibió Roelas, cuyos rompimientos de gloria siguieron la maoría de los pintores sevillanos del primer tercio del siglo XVII, entre ellos Sánchez Cotán. Activo en Sevilla entre 1614 y 1631, durante esos diecisiete años debió pintar muchas más obras de las que por ahora se conocen. De éstas sólo se han conservado las tablas del retablo de la Concepción de la parroquia de San lorenzo y el San Francisco de Asís en la Porciúncula de la catedral. Las primeras, por no conocerse documentalmente hasta 1928 su autor, se atribuyeron unas veces a Pacheco y otras a Roelas, cuando no a los dos. La segunda, pintada para una de las capillas del claustro grande del convento de la Merced de Sevilla, a pesar de estar firmada y fechada por él, se creyó desde Ceán Bermúdez del pintor cartujo de su mismo nombre. Ignorándose la personalidad de su artífice, se consideró de su homónimo hasta que en 1972 Angulo y Pérez Sánchez la restituyeron a su verdadero autor. De estas dos producciones, aquella que mejor muestra el estilo de Sánchez Cotán es el San Francisco de Asís en la Porciúncula, ya que las tablas del retablo de la Concepción, muy repintadas, no son sino obras menores. En el inferior aparecen arrodillados San Francisco y un grupo de ángeles músicos, y en la superior, Jesucristo y la Virgen. La mayor riqueza cromática de esta última, fuertemente iluminada, acentúa el carácter irreal de esta zona, bien distinta espacial y lumínicamente de la inferior, en la que el Santo y los ángeles aparecen tratados uniformemente como seres reales. El enlace entre ambos sectores los resuelve Sánchez Cotán a través del recurso de presentar a San Francisco mirando hacia arriba. Esta misma solución, tomada seguramente de obras italianas, la adoptará más tarde Zurbarán en la “Visión del Beato Alonso” de la Academia de San Fernando y en el “San Francisco de Asís” en la Porciúncula del Museo de Cádiz, inspirados en este cuadro y en los que, al igual que enél, la unión temática y espacial entre ambas zonas no está resuelta satisfactoriamente.”
▪ VALDIVIESO y JUAN MIGUEL SERRERA, Historia de la pintura española: escuela sevillana del primer tercio del siglo XVII. Madrid: Instituto Diego Velázquez (1985)
“Juan Sánchez Cotán es quizá la personalidad más curiosa entre los artistas toledanos de este tiempo. Nacido en Orgaz, discípulo de Blas de prado y fraile cartujo desde 1602, se ausentó entonces de su tierra y en la cartuja de Granada dejó gran parte de su obra, de evidente arcaísmo en las composiciones devotas, inspiradas a veces en viejos esquemas del gótico flamenco, pero fuertemente marcadas por el rigor geométrico y la dureza luminosa de Luca Cambiaso, de quien consta que poseía algunas obras al entrar en la cartuja. Sin embargo, en sus naturalezas muertas muestra una sorprendente profundidad de observación de la realidad animada, inmediata, y un poder de fascinación casi mágico. De hecho sus bodegones constituyen uno de los puntos más altos de toda la pintura española de su siglo, y en ellos se ha podido ver desde preocupaciones metafísicas neoplatónicas hasta la más evidente trasposición plástica de la observación ascética de transcendentalización de lo inmediato.”
▪ PÉREZ SÁNCHEZ y JOAN SUREDA, Historia del Arte Español: El Siglo de Oro – El sentimiento de lo Barroco. Barcelona: Plawerg (1996)
"Son los hermosos óleos de Juan Sánchez Cotán (Orgaz, Toledo, 1560-Granada, 1627), los que han llegado a lograr merecida fama en la pintura de bodegones en los cuales resulta característica la composición aparentemente sencilla -y en tal caso, prácticamente casi nada barroca- aunque dotada tal composición de profunda armonía dada en gran medida por una estudiadísima distribución de los colores, con una sobriedad tonal que parece estar iluminada por una luz interna que dota a los cuadros de una sutil aura mística: sus figuraciones frecuentemente proporcionan una extraña sensación de silencio y quietud. En efecto, cada uno de los elementos, de la composición está analizado por Sánchez Cotán hasta el más mínimo detalle y la estructura oculta en la cual están distribuidos al parecer, naturalmente, se ajusta a formas estrictamente geométricas, a los elementos que él representa por fútiles que parezcan -sea una hogaza de pan, un cardo, unos pájaros, una copa etcétera- se les atribuye un simbolismo dado en el conjunto. El tipo de composición más frecuente que realiza Sánchez Cotán es aquella en la cual esquina a los objetos en un ángulo suavemente curvado ya sea sobre la izquierda o ya sea sobre la derecha del cuadro. Por el ascetismo, por la escasez de alimentos, la pobreza pecuniaria en ellos representada y los sugestivos espacios vacíos, sus bodegones han recibido el calificativo de bodegones de cuaresma - ya que parecen buscar consolar los ayunos más que excitar los apetitos- , tales bodegones entonces merecen su propia tipología . Por este motivo son obras sin precedentes ni paralelos -por ejemplo se encuentran excentos de ciertas opulencias que se encuentran en bodegones como los de los flamencos Pieter Claesz o Wilhelm Claesz Heda. Tales cuadros de Sánchez Cotán ejercieron sin embargo un gran influjo sobre pintores como Juan van der Hamen, Felipe Ramírez, los hermanos Vicente y Bartolomé Carduccio y, especialmente, sobre Zurbarán.Por otra parte realizó Juan Sánchez Cotán obras de temática religiosa entre las que se destacan los lienzos de la cartuja de Granada. Sus obras religiosas evidencian un cierto arcaísmo relacionado con la pintura flamenca devocional y, en menor grado, la influencia del manierismo italiano. Se considera que, en cierto modo, adoptó el caravaggismo."
Bodegón de caza, hortalizas y frutas, de Juan Sánchez Cotán. Pintura al óleo sobre lienzo, 1602. Colección particular, Madrid. |
Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas, óleo sobre lienzo (89 x 109 cm), colección particular francesa, última obra atribuida al pintor.
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Bodegón con frutas y verduras, de Juan Sánchez Cotán, 1600. Óleo sobre lienzo. Hernani Collection. Madrid.
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