GERHARD RICHTER / EL ARTE ÚLTIMO DEL SIGLO XX

Betty, de Gerhard Richter, 1988. Óleo sobre lienzo (101,9 x 59,4 cm)- The Saint Louis Art Museum. 


GERHARD RICHTER / RESISTENCIA A CUALQUIER IDEOLOGÍA
 Texto y Archivo fotográfico ▪ Lac Dye / Los Valientes Duermen Solos


El universo creado por Gerhard Richter se sitúa en un espacio-tiempo indeterminado, a caballo entre la realidad y la distopía -utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal. Me gustan mucho este tipo de experiencias, porque me llevan a modificar  poco a poco mi forma de abordar la imagen vinculada a la documentación. Gerhard Richter me ha ayudado a entender el uso de la foto. Mi voluntad, desde el principio, fue la de hacer fotos en blanco y negro, precisamente para olvidar toda la referencia del color. La fotografía, sí, pero evidentemente no de una manera sistemática. La fotografía permite ampliar el registro tanto a nivel gráfico como a nivel narrativo. Dicho esto, es más o menos así, ya que todo lo demás ha sido reinventado a partir de recuerdos más o menos precisos: la visión corresponde totalmente con lo que se ve en las fotos o en las películas, pero en cuanto se remueve un poco, hay sorpresas, un enriquecimiento; está todo aquello que demuestra que no se percibe quedándose en la foto tranquilamente. Existe un concepto de multiplanos en estas pinturas fotografiadas, en primer plano y tono de reportaje televisivo. Se trata de la unión de tres elementos vivos y contemporáneos de nuestro entorno: la imagen fija, la realidad y el vídeo. Hay que dejarse llevar por la violencia del ritmo y la sucesión rápida de las imágenes montadas. Es lo que yo  llamo encuentro. Un encuentro es con frecuencia fruto del azar. Y algunas cuestiones siguen aún pendientes, pero si se buscan explicaciones para todo, una finalidad precisa a cada cosa, se corre el riesgo de no hacer nada. ¿Y cúales son los secretos de Gerhard Richter? Recordemos el fantástico análisis de la reivindicadora Anna Maria Guasch (profesora de Historia del Arte Contemporáneo y Crítica de Arte de la Universidad de Barcelona, y Visiting Fellow de las universidades norteamericanas de Princeton y Yale), algo ya esbozado en su libro,  El arte último del siglo XX, y que en realidad se convierte en la substancia del relato para integrar la creación plástica de Gerhard Richter. 


GERHARD RICHTER / LAS PRINCIPALES APORTACIONES INDIVIDUALES
 Texto ▪ Anna Maria Guasch, El Arte último del siglo XX. Madrid: Alianza Forma (2000)


"En su afán de convertirse en un pintor sin pintura, uno de los partícipes en esa exposición crítica, Gerhard Richter, que había llegado a Düsseldorf en 1961 dos meses antes de que las autoridades de Berlín oriental construyeran el muro en la frontera de 48 km que separaba los dos sectores de la ciudad, inició su obra personal cuestionando la naturaleza de la representación a partir de la relación fotografía-pintura. En su creencia de que el arte no tiene nada que ver con la expresividad personal, la composición o el color y de que la fotografía era la alternativa más válida a la pintura, G. Richter empezó a reproducir al óleo motivos extraídos directamente de imágenes fotográficas. En el proceso de ejecución de esos trabajos correspondientes a los primeros años de la década de los sesenta, G. Richter proyectaba sobre la tela transparencias o cuerpos opacos con escenas de la vida cotidiana, retratos, paisajes, etcétera, extraídos de álbumes de familia, revistas ilustradas, periódicos o enciclopedias (“algunas fotos de aficionados son mejores que el mejor Cézanne”, afirmó el artista en una ocasión), que manipulaba pictoricamente (borrachos, desenfoques, repintados, etcétera), por lo común con gamas de blancos, negros y grises fotográficos para evitar respuestas de carácter emocional o interpretativo: “El gris -afirmó G.Richter- garantiza la indiferencia y evita afirmaciones definitivas”. Tisch (Mesa, 1962) reúne algunas de las constantes programáticas de ese momento, como son el acto casi mecánico de reproducir la mesa original y el acto gestual, más expresivo, por el cual la imagen aparece semiborrada por manchas que cuestionan la información inicial y le otorgan nuevos significados, llegando a superar las fronteras entre la abstracción y la figuración, hasta el punto de que K. Baker afirmó que en G. Richter la abstracción ya no equivale a una negación de la representación. Tras estas primeras obras, Gerhard Richter se interesó por la historia de la pintura, versionando cuadros de distintas épocas, desde Tizianos hasta Duchamps, y por la historia alemana. Ejemplo tardío de este último interés es la serie de quince cuadros dedicada al Grupo Baader-Meinhof titulada 18 Octubre de 1977, un conjunto de acciones y retratos recuerdo de la compleja situación que provocó en Alemania la escalada de asesinatos y contraasesinatos que una década antes supusieron la desarticulación o aniquilación de la organización anarquista. En el tenso diálogo entre pintura y realidad, a G. Richter la fotografía, en tanto que fuente documental, le garantiza la objetividad en la medida en que alude directamente al objeto sin ser objeto ella misma. G.Richter, afirma Irmeline Lebeer, no pretende ni copiar fotografías ni pintar telas que se parezcan a fotografías, sino crear fotografías a través de medios plásticos. A pesar de que, como se ha dicho, la fotografía continuó inspirando algunas de sus series hasta la década de los ochenta, el paso a la pintura abstracta se produjo en 1966 en su Farbtafeln (Carta de colores), ampliaciones descomunales de cartas de colores industriales en las que combina al azar según múltiples variables demostrando que las teorías clásicas del color no tiene, pictóricamente, razón de ser. Tal como comenta José Lebrero Stäls, con ese tipo de obras G. Richter, en tanto que colapsa cualquier tipo de estimulación emocional, expresa su punto de vista frente al concepto de sublime derivado del expresionismo abstracto norteamericano. Su voluntad de despersonalizar al arte se advierte también, a partir de 1979, en sus pinturas abstractas (Abstraktes Bild) en las que amplía el efecto de rastro que el pincel deja sobre la tela siguiendo un esquema de formas geométricas. En estas obras, a las que suma títulos que se refieren a fenómenos naturales -lluvia, hielo, escarcha- o a loa nombres de los meses, G. Richter acentúa la improvisación, el accidente y el azar y abandona las maneras expresionistas, mecánicas y arbitrarias para adentrarse en la interpretación negativa, base del entendimiento del proceso creativo. Simultáneamente, en el caso de la fotografía-pintura introduce el color y nuevas referencias temáticas: paisajes románticos venecianos, cuadros de velas alusivas al tema de las vanitas (Kerze [Vela] 1983), figuras (GegenÜberstellung [Enfrentamiento], 1988), etcétera., insistiendo en la anulación de cualquier diferencia entre abstracción y representación: “la experiencia me ha demostrado -arguye G. Richter- que no existe diferencia entre una tela realista y una tela abstracta: ambas crean un similar efecto al espectador. Buena parte de la labor pictórica de Gerhard Richter ha quedado plasmada a modo de work in progress un macroalbum documental llamado Atlas. En su presentación en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (1999) el Atlas, iniciado en 1969, constaba de 641 plafones con un total de cinco mil imágenes (recortes de prensa, fotografías personales, fotografías pornográficas, experimentos espaciales y formales, cartas de color, paisajes, vistas aéreas de ciudades, etcétera) que constituyen un verdadero archivo enciclopédico ordenado cronológicamente que invierte, en todos los aspectos, las aspiraciones utópicas de las vanguardias, como es, por ejemplo, la aspiración del fotomontaje de transformar las relaciones jerárquicas de clase que determinan la autoría y la producción artísticas: “el Atlas de G. Richter -comenta Buchloh al respecto- parece considerar la fotografía y sus prácticas diversas como un sistema de dominación ideológica o, más precisamente, como uno de los instrumentos en los que se inscriben socialmente la anomia, la amnesia y la represión colectivas.”


Reading (Lesende), de Gerhard Richter, 1994. Óleo sobre lino (72,4 x 102,2cm). San Francisco MOMA.

Mouth (Mund), de Gerhard Richter, 1963. Óleo sobre lienzo (67,3 x 74,3cm). The Art Institute of Chicago.
Two Candles (Zwei Kerzen), de Gerhard Richter, 1982. Óleo sobre lienzo (140 x 140cm). Colección Lise Spiegel Wilks.
Davos S, de Gerhard Richter, 1981. Óleo sobre lino (70,2 x 100,2cm). Colección Ron and Pizzuti, Ohio.
Abstract Picture (Abstraktes Bild), de Gerhard Richter, 1984. Óleo sobre lienzo (50 x 70cm). Galerie Bernd Lutze, Friedrichshafen, Alemania.

Pavilion (Pavillon), de Gerhard Richter, 1982. Óleo sobre lienzo (100 x 70cm). Colección privada, Berlin.

Venice (Staircase), De Gerhard Richter, 1985. Óleo sobre lienzo (50,8 x 70,1cm). Stefan T. Edlis Collection.
I.G., de Gerhard Richter, 1993. Óleo sobre lienzo (72 x 82cm). Colección privada.

GR 842-5 Abstract Picture (Abstract Bild). Óleo sobre panel de aluminio (48 x 55cm). Colección C. and J. Plum. 

January (Januar), de Gerhard Richter, 1989. Óleo sobre lienzo (320 x 400cm). The Saint Louis Art Museum.

I.G., de Gerhard Richter, 1993. Óleo sobre lienzo (72 x 102cm). Colección privada.

GR 851-6 Abstract Picture (Rhombus), 1998. Óleo sobre lienzo 8186,1 x 208,3cm). 

GR 857-4 Abstract Picture (Abstraktees Bild), de Gerhard Richter, 1999. Óleo sobre panel de aluminio (55 x 48cm). Colección privada.

November (fragmento), de Gerhard Richter, 1989. Óleo sobre lienzo (320 x 400cm). The Saint Louis Art Museum

November (fragmento), de Gerhard Richter, 1989. Óleo sobre lienzo (320 x 400cm). The Saint Louis Art Museum

Moritz, de Gerhard Richter, 2000. Óleo sobre lienzo 862 x 52cm). Marian Goodman Gallery, Nueva York.

Demo, de Gerhard Richter, 1997. Óleo sobre lienzo (62 x 62cm). The Rachofsky Collection.

GR 854-2. Abstract Picture (Abstraktes Bild), de Gerhard Richter, 1998. Óleo sobre lienzo (36 x 41cm). Colección privada. 

Iceberg in Fog (Eisberg im Nebel), de Gerhard Richter, 1982. Óleo sobre lienzo (70 x 100cm). Colección privada, San Francisco. 

Barn (Scheune), de Gerhard Richter, 1984. Óleo sobre lienzo (95 x 100cm). Martino Fine Arts and Projects, Mendrisio, Suiza.

Meadowland (Wiesental), de Gerhard Richter, 1985. Óleo sobre lienzo (90,5 x 94,9cm). MOMA, Nueva York.

Self-Portrait (Selbstportrait), de Gerhard Richter 1996. Óleo sobre lino (51,1 x 46,4cm). MOMA, Nueva York.

Court Chapel, Dresden (Hofkirche Dresden), de Gerhard Richter, 2000. Óleo sobre lienzo (80 x 93cm). MOMA, Nueva York.

Waterfall (Wasserfall), de Gerhard Richter, 1997. Óleo sobre lino (164,8 x 110,2cm). Hirishhorn Museum and sculpture Garden, Washington DC.